ANA ABREGÚ

Hacer Arte es entrar en un estado de silencio.
Desde ahí, las formas surgen: líneas que alguna vez fueron autopistas, ciudades que se abren como organismos vivos, paisajes que respiran.
La materia —madera, cerámica, la luz ,lo textil o pintura— se transforma, buscando su propio pulso.
Mi obra transita entre lo urbano y lo natural, entre el orden y el caos, como una meditación sobre lo que cambia y permanece.